Monumento a la Infanta Maria Luisa

Nombre: Monumento a la Infanta Maria Luisa

Distrito: Sur

CP: 41013

Situación: entre Avda. de Portugal, Avda. de la Borbolla, Avda. de Eritaña, Paseo de las Delicias y Avda. de María Luisa.

Acceso: líneas 1, 6, 30, 31, 33, 34, 37, C1 y C2

Descripción:

Como agradecimiento por la cesión de los terrenos del Palacio de San Telmo a Sevilla, su Ayuntamiento acordó denominar al futuro parque urbano "Infanta María Luisa Fernanda" (ese sonoro nombre propio debió reducirlo al más breve de María Luisa una corriente de cariño de los sevillanos hacia su persona), y erigir una estatua que conmemorase el hecho. Encargada a Antonio Susillo el 23 de marzo de 1893, este escultor presentó a la corporación sevillana un proyecto, firmado de su puño y letra, el 17 de diciembre del mismo año. El escultor Antonio Susillo (1857-1896), que era sevillano, modeló muchos de los monumentos públicos de la ciudad, como también lo hizo para otras ciudades de España y para La Habana.

Según se ha publicado, el proyecto de Susillo para el monumento a la Infanta María Luisa no lo aprobó la Academia de Bellas Artes de Sevilla el 20 de marzo de 1894, y una vez devuelto al Ayuntamiento quedó sin realizar por la muerte del artista.

El referido acuerdo conmemorativo no se cumplió hasta 1929. En ese año, en el eje central del parque y a la orilla de la avenida de Rodríguez Casso, se colocó una estatua de piedra de la Infanta, obra de Enrique Pérez Comendador. Trasladada esa estatua a un parque de Sanlúcar de Barrameda, la sustituye otra igual fundida en bronce y del mismo autor. Esta nueva estatua fue situada en el extremo superior de dicho eje, un poco más arriba del estanque de los Lotos.

Este gran recuerdo podía haber sido más sentido y más completo si la figura de la Infanta se hubiera acompañado por la de su hija, la reina María de las Mercedes cuando era niña, cuya memoria se simboliza (como se cree) por la flor que mantiene, en su mano derecha, la figura de bronce erigida sobre un gran pedestal blanco. Al lado de ese monumento hay un magnífico ejemplar de árbol de la bella sombra (Phytolacca dioica).

Nacido en Hervás (Cáceres) en 1900 y fallecido en Madrid en 1981, Enrique Pérez Comendador llegó a Sevilla con su familia cuando tenía siete años. Ahí fue alumno de la Escuela de Industria y Bellas Artes –donde se tituló de aparejador–, y aprendió dibujo con Virgilio Mattoni, disciplina que completó asistiendo también a las clases de Dibujo del Natural del Círculo de Bellas Artes y de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos. En 1919, viajó a Madrid y estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando. En las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en Madrid obtuvo varias medallas en distintas ediciones. El Premio Nacional de Escultura se le concedió en 1975.

En la zona que rodea a este monumento merecen citarse además del ombú, una morera blanca, y un almez (Celtis australis). La base del monumento se encuentra habitualmente rodeada de plantas de flor.

La morera blanca, Morus alba, es un árbol de hoja caduca, originario de China. Su fruto es la mora que  es dulce y comestible. El ombú, zapote o árbol de la bella sombra es un árbol originario de Sudamérica de tronco grueso y copa muy ramificada, que se ensancha en la base como la mayor parte de los árboles subtropicales. Debido a la densidad de su follaje proporciona una gran sombra de ahí uno de sus nombres. Florece durante la primavera y el otoño, dando grandes racimos de  flores blancas. En ambientes cálidos como los de su origen, se comporta como perenne; aquí pierde la casi totalidad de sus hojas de forma similar a como lo hace la jacaranda. La designación de la especie: “dioica”  indica que hay individuos masculinos y femeninos separadamente. El que aquí se encuentra es femenino.

En el siglo XV, tras el descubrimiento de América,  se trae a España atribuyéndose a Hernando Colón el haber plantado el ejemplar existente en la puerta del Monasterio de Nuestra Señora de las Cuevas en la Isla de la Cartuja. Son notables los ejemplares plantados en el Paseo de las Delicias junto al que fuera Pabellón de Guatemala durante la Exposición de 1929. Recientemente con motivo de la Exposición de 1992, se han plantado un buen número de ejemplares en los alrededores del “World Trade Centre” en la Isla de la Cartuja.