86.-Panteón de Antonio “el Bailarín”

 

Próximo a la Rotonda de los Caídos tras el Pabellón de los Sepultureros

 

El 20 de enero de 1970, el Ayuntamiento de Sevilla concede a D. Antonio Ruíz Soler 16 m2 de terreno para la construcción de un panteón familiar que posteriormente sería ampliado en 4 m2 más, haciendo un total de 20 m2.


El proyecto de ejecución primitivo para el panteón propiedad de D. Antonio Ruíz Soler, corrió a cargo del arquitecto D. Alberto Balbontín de Orta y el perito aparejador D. Manuel Domínguez Lázaro, del año 1972. En él se sentaban la bases de lo que se quería realiza, un panteón de planta rectangular que internamente presentaba una cripta que albergaría seis nichos a cada lado además de osarios que se colocaría en la pared frontal bajo un retablo cerámico que se le encargaría a Cerámicas Santa Ana. Todo se cubriría con mármol blanco incluida la solería. Externamente aparecería una trampilla de acceso a la cripta con la única inscripción del nombre del bailaor y una cruz latina, y tras ella, se levantarían un conjunto de figuras formado por dos alegorías que representarían la música y la poesía. Ocupando el centro entre ambas emergería la figura de Antonio “el Bailarín”. Quedarían enmarcadas por una pantalla de mármol blanco de forma lenticular.

 

86.jpg

 

Planimetría proyecto primitivo panteón Antonio “el Bailarín”

 

Este proyecto, que aunque no llegó a realizarse, como hemos mencionado, sería la inspiración para el definitivo. En 1977 otro nuevo proyecto del arquitecto D. Antonio Delgado Roig vería la luz. En este proyecto se mantendría la configuración interna, siendo ambos de similares características. Donde hubo mayor variación sería en su exterior, ya que se omite la media luna de mármol y se coloca una cruz latina sobre un pedestal, a la espera de que se realizaran las figuras alegóricas.

 

86a.jpg

 

Planimetría proyecto definitivo panteón Antonio “el Bailarín”

 

Finalmente y como puede comprobarse con la observación del propio panteón, las figuras alegóricas nunca llegarían a ser colocadas, ocupando el lugar que hubo de tener la cruz la escultura en bronce de Antonio “el Bailarín”.

 

86b.jpg

 

Vista general del panteón de Antonio “el Bailarín”

 

La escultura de bronce que preside el panteón es obra de D. Juan de Ávalos. El escultor quiso representar a Antonio en el esplendor de su arte. Éste aparece en una pose de baile, con la pierna izquierda adelantada y flexionada, mientras que la derecha se estira tras ella. Su mano izquierda aparece apoyada sutilmente sobre la cadera mientras la derecha cae hacia atrás tras haber tirado el sombrero que aparece a sus pies. Ataviado con traje corto y camisa con chorreras muestra el orgullo por la actuación concluida. Su cabeza dirige la mirada al frente enfatizando la seguridad que poseía en los escenarios con la elevación de su mentón. A sus pies aparece la inscripción “Aquí yace Antonio el bailarín de España”.

 

86c.jpg

 

Detalle de la escultura del panteón de Antonio “el Bailarín”

 

D. Antonio Ruíz Soler, bailarín de reconocido prestigio, nace en Sevilla en 1921 y desde niño destacó por su arte natural. Empezó a formarse con tan solo seis años en la Academia del maestro Realito pasando también por las escuelas de otros maestros como los Pericet. Su primera actuación sería en 1928, contando con siete años en el Teatro Duque de Sevilla y un año más tarde bailaría ante los reyes Alfonso XII y Dña. Victoria Eugenia. Su carrera siguió prosperando, alcanzando éxitos que lo consagrarían incluso fuera del territorio nacional, y es que en 1937 viaja a América, debutando en Argentina. Desde entonces sus estancias en América se alternaban con otras en España, firmando grandes giras sobre todo en los años 40 de la pasada centuria.


En 1953, y tras separase de la que sería su pareja de baile, estrenaría su Compañía de Ballet, y las obras que lo componen, donde no solo demuestra su buen hacer en los escenarios, si no que desarrolla su labor coreográfica. Con esta Compañía pisará los escenarios de las más importantes ciudades, estando entre otras en Londres, París y Milán. Su carrera no cesó de conseguir metas insospechadas llegando a recibir de manos del Ministerio de Cultura español el encargo de dirigir el Ballet Nacional de España en 1980.
Durante su vida la carrera de Antonio se vio recompensada no solo con éxitos, sino que además obtuvo numerosas condecoraciones destacando de ellas la Cruz de Isabel la Católica en 1950, la Medalla del Círculo de Bellas Artes en 1952 o la Medalla de Oro de la Scala de Milán en 1967 entre otras muchas.


Tras padecer una grave enfermedad que lo postró en una silla de ruedas, Antonio fallecería en Madrid en 1996, siendo inhumado en su panteón familiar del Cementerio de San Fernando de Sevilla junto a sus padres, hermanos y demás familiares. Para honrar su memoria, Sevilla lo recordaría dándole su nombre al Conservatorio de Danza de la ciudad.


D. Antonio Ruíz Soler sería enterrado en su panteón familiar junto a sus padres, su hermano y su cuñada.