Semisótano del Palacio de Pedro I
Son cuatro salas principales abovedadas y con fábricas mudéjares, en las que se habían acumulado escombros durante siglos y que se presupone que eran las antiguas bodegas del palacio. El espacio museístico albergará en torno a 230 piezas arqueológicas depositadas en el monumento y ya restauradas en el último año, con otros 74.747 euros de presupuesto.
El Real Alcázar de Sevilla abrió al público en 2018 el semisótano del Palacio de Pedro I. Durante siglos, ese semisótano fue un almacén donde se fueron acumulando escombros, y a su recuperación y rehabilitación se ha destinado un presupuesto global de 364.000 euros, a los que habría que añadir los 74.717 euros destinados a la restauración de las piezas arqueológicas. Tras una primera fase de eliminación de esos escombros se acometieron trabajos arqueológicos, y acaban de terminar las obras de habilitación para el nuevo espacio museístico.
Historia
Desde la construcción del Palacio del Rey Don Pedro en 1356, este semisótano fue destinado a almacenamiento. Por la cercanía de las antiguas cocinas (ubicadas en el espacio que actualmente ocupa las oficinas de Patrimonio Nacional) es posible que el uso de esos entresuelos fuera destinado a las bodegas del palacio. En el siglo XVI, durante el reinado del Rey Felipe II, se ordenaría todo el sector de los jardines del poniente y Huerta de la Alcoba, creándose nuevos espacios y reorganizando los que ya existían, cambiando su función de servicio o almacenamiento para dedicarse a un uso más lúdico vinculado intensamente con los jardines. El Jardín de la Galera es el que se corresponde con la entrada a estos sótanos, cuya comunicación debió ejecutarse cuando se ordenó el jardín, en torno a 1574.
Recuperación
La recuperación de la espacialidad histórica del espacio ha supuesto la restitución de los niveles de suelo y de los huecos originales y el descubrimiento de peldaños y revestimientos que se encontraban ocultos. Sobre su pavimento, compuesto por un apisonado de cal sobre preparado aislante de ceniza sin interés patrimonial ni estético, se ha dispuesto un nuevo pavimento flotante de piedra natural en tonos claros, a semejanza del mortero de cal. Se ha procedido a la limpieza y conservación de las fábricas mudéjares de muros y bóvedas, y se han conservado las huellas que aún permanecen del proceso constructivo (siglo XIV), y que se hallaron durante los trabajos de investigación arqueológica previa. Asimismo, se han enlucido muros, se han integrado motivos pictóricos existentes en paramentos y se ha puesto en valor parte de la muralla aflorada, y que son los restos del sistema defensivo almohade.
Este espacio recuperado se ha dotado de las instalaciones necesarias para su nueva finalidad de sala expositiva (saneamiento, electricidad, ventilación o iluminación) y un sistema de drenaje.
Con respecto a la iluminación de las cuatro salas –con una superficie útil conjunta de 280,6 metros cuadrados–, el sistema elegido es indirecto, de forma que la luz se dirige hacia las ricas texturas de ladrillo de muros y bóvedas, con una atmósfera cálida y envolvente.