¿Sabías que el Real Alcázar tiene un naranjo de cinco siglos?
Cuenta la leyenda que fueron Carlos V e Isabel de Portugal quienes plantaron un naranjo en el Real Alcázar con motivo de su enlace matrimonial un 11 de marzo de 1526.
Nativo del sureste de Asia, muy probablemente de las áreas montañosas del norte de Vietnam y del sur de Camboya, el cultivo del naranjo amargo se extendió por parte de Asia, llegando hasta Oriente Medio en los primeros siglos de nuestra era.
Su introducción en Andalucía se debe a los musulmanes quienes a partir del siglo X utilizaron ampliamente el naranjo amargo en Andalucía, no solo como árbol ornamental, sino para obtener perfumes de sus flores (agua de azahar) y de la cáscara de sus frutos.
Cuando se conquisto Sevilla, en 1248, la presencia de naranjos amargos en Andalucía estaba muy generalizada y había sido utilizado como árbol ornamental en el patio de la Mezquita de Córdoba y probablemente de la de Sevilla.
La leyenda del Alcázar
Cuenta la leyenda que fueron Carlos V e Isabel de Portugal quienes plantaron un naranjo en el Real Alcázar con motivo de su enlace matrimonial un 11 de marzo de 1526. Esta leyenda no se ha podido verificar, pero sí científicamente que un naranjo ubicado junto al Cenador de la Alcoba data de principios del XVI.
El naranjo de Pedro I
La tradición también atribuye al Rey Don Pedro el haber plantado el naranjo más antiguo que se conserva en los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla, situado cerca del Pabellón de Carlos V.
Esta tradición, transmitida oralmente de generación en generación, no parece aventurada, por lo cual este naranjo amargo, plantado hacia la mitad del siglo XIV, tendría más de seis siglos de existencia, edad posible para un árbol que puede ser muy longevo.
Lo que es seguro es que en los jardines de los Reales Alcázares de Sevilla crecían ya naranjos amargos a partir del siglo XII y está históricamente documentada su presencia en sus huertas desde antes del siglo XV.
Un naranjo de cinco siglos
El naranjo más antiguo de los Jardines del Real Alcázar tiene cinco siglos de antigüedad. Quinientos años de un árbol que sigue vivo y dando naranjas amargas. Gracias a su salud, son numerosos los esquejes que se han extraído para ser plantados en otros lugares. Este naranjo centenario es, sin duda, patrimonio del buen hacer de los jardineros del Real Alcázar.